RELATO POR ENTREGAS
PARTE I
Cuando era más joven todo me parecía muy claro. Había malos y
buenos. En esto del campo, la naturaleza, su conservación, veía a
los que habían decidido salir a matar y a los que habíamos decidido
salir a observar, a los que sacaban provecho del bosque talandolo,
los que lo convertían en prado para su ganado o tierras de cultivo,
obtenían caza y pesca, contaminaban, degradaban y destruían
paulatinamente los ecosistemas. A los que urbanizaban áreas rusticas
y levantaban faraónicas obras de infraestructura. Ellos, en mi
ingenuidad de principiante eran los malos, los que habían decidido
matar y lucrarse con la Naturaleza. En esa ingenuidad, nosotros, los
que salíamos al campo solo armados con unos prismáticos para
observar las aves, eramos los buenos. También formaban parte del
ejercito de los buenos, los científicos, los sabios de la
Universidad, y los administradores de las consejerías y el
ministerio de Medio ambiente. Tras más de tres años trabajando a
pie de campo por la conservación de la Naturaleza, aquel esquema
simplista que yo tenía en la cabeza había desaparecido por
completo. Ni los malos eran, a veces,tan malos, y, sobre todo, los
supuestos buenos no lo eran tanto en muchos casos.
Con una sociedad
indolente, unos políticos solo pendientes de su continuidad en las
poltronas, y una gran masa de cazadores, ganaderos, agricultores,
silvicultores, proyectos y trabajos de obras públicas, bien
organizados en auténticos lobees con poder, con una Universidad
obsoleta y de espaldas a la realidad ambienta y social, los métodos
conservacionistas habían resultado ser un completo fracaso. Y la
administración conservacionista, en el mejor de los casos, estaba
ausente.
Yo he recorrido
todo ese camino, el ecologismo, los trabajos técnicos de campo, la
pedagogía y docencia, hasta la opción política. Nada que hacer.
Es por eso que me
pasé al lado oscuro..
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